Con tonada cordobesa, Chacras de Luyaba transforma tradición y sostenibilidad en excelencia: su aceite de oliva extra virgen, premiado en Caminos y Sabores 2024, es un ejemplo de calidad artesanal y compromiso con la naturaleza. Un recorrido por la historia familiar y sus próximos desafíos.

 

Argentina, el principal productor y exportador de aceite de oliva en América del Sur, genera cerca de 40.000 toneladas anuales, exportando principalmente a mercados como Estados Unidos y Brasil. Las provincias productoras más destacadas son Catamarca, La Rioja, Mendoza, San Juan, Córdoba y Buenos Aires, donde las condiciones climáticas y del suelo crean un entorno ideal para esta industria.

En este contexto, Chacras de Luyaba, una empresa familiar ubicada en el corazón de Traslasierra, Córdoba, se ha convertido en un ejemplo de excelencia al combinar tradición, innovación y respeto por la naturaleza.

Con una producción anual de 4.000 litros de aceite de oliva extra virgen, Chacras de Luyaba prioriza la calidad sobre la cantidad. Su compromiso fue reconocido en el concurso «Experiencias del Sabor» de Caminos y Sabores 2024, donde su aceite de oliva extra virgen fue elegido como el mejor.

El inicio de un sueño entre olivos

La historia de Chacras de Luyaba comenzó en 2006, cuando decidieron transformar una finca tradicional en un innovador centro de producción de aceite de oliva y biocosmética natural. “Siempre tuvimos un profundo respeto por el olivo, símbolo de longevidad y bienestar. Queríamos compartir sus beneficios no solo en la alimentación, sino también en el cuidado personal”, explica Diego Niembro, dueño y gerente de la empresa. Este enfoque integral, junto con un fuerte compromiso con la sostenibilidad, se ha convertido en la base de su filosofía.

Calidad sobre cantidad: el secreto de su éxito

Los olivos de Chacras de Luyaba crecen a 1.100 metros sobre el nivel del mar, en un entorno privilegiado con clima seco y suelos ricos que otorgan al aceite características organolépticas únicas. Además, emplean métodos de producción como el prensado en frío, asegurando que cada gota conserve sus nutrientes esenciales. Esta combinación de métodos tradicionales y tecnología moderna, junto con la certificación como campo orgánico, posiciona a la empresa como un referente en calidad. “Lo que nos diferencia es ese equilibrio entre tradición y modernidad, además de un entorno natural excepcional”, señala Niembro.

Reconocimientos y desafíos

Ganar el premio al mejor aceite en Caminos y Sabores 2024 es el fruto de años de dedicación. Sin embargo, el camino no está exento de desafíos. La cosecha, realizada de forma manual, requiere equipos capacitados, y educar al consumidor sobre la importancia de la calidad en el aceite de oliva sigue siendo una tarea pendiente. “Es un proceso similar al que atravesó la industria del vino: el consumidor necesita entender qué hace realmente bueno a un aceite”, explica.

El reconocimiento obtenido en Caminos y Sabores no solo celebra la calidad de su aceite, sino que refuerza su compromiso con la excelencia, la naturaleza y los valores familiares. “Este premio nos motiva a seguir creciendo y a poner en valor el trabajo artesanal que hay detrás de cada botella”, concluye Niembro.

 

Proyección y sostenibilidad

Aunque su producción está destinada exclusivamente al mercado local, con ventas directas desde la finca y a través de su sitio web, sueñan con expandirse a mercados internacionales exigentes como Canadá y Japón. Mientras tanto, se enfocan en continuar promoviendo prácticas sostenibles y en reforzar su mensaje: “Consumir aceite de oliva extra virgen no es solo un acto gastronómico, es un compromiso con la salud y el planeta”, señala Niembro.

En un país donde el agro es protagonista, Chacras de Luyaba demuestra que la dedicación, el respeto por la tierra y la apuesta por la calidad pueden conquistar los paladares más exigentes. Este aceite extra virgen no es solo un producto, sino un símbolo de esfuerzo, tradición y sostenibilidad.