En el ciclo “Buenos Aires de Mujer” recibió el premio que el Banco de la Provincia de Buenos Aires destina a mujeres que se han destacado en la escena pública. Durante una amena charla con Silvina Chediek, la periodista hizo un repaso de su extensa trayectoria.
“Hace muy poco una desconocida me contó que yo era su amiga, porque había estado en su cocina, en su living, incluso en su dormitorio –vedado para otras amigas suyas- a lo largo de 40 años. Y que si yo no sentía lo mismo era un problema mío. Me hizo reír mucho, pero también me hizo tomar conciencia de lo que una puede representar para la gente”. A lo largo de décadas Mónica Cahen D´Anvers se convirtió en un emblema femenino. Y por ello, fue reconocida en el ciclo “Buenos Aires de Mujer”, con el premio instaurado por el Banco Provinciacia, en el marco de Caminos y Sabores 2014.
En una descontracturada charla con Silvina Chediek, en un salón de la feria repleto de gente, Mónica recordó sus inicios como actriz, vocación rechazada por su madre, pero que encontró aliento en su primer marido, Iván Mihanovich. Luego recordó que las autoridades de Canal 13 de los años 60 la “forzaron” a abandonar la actuación para dar el salto al periodismo, donde cristalizó una brillante carrera.
En el momento más femenino de la conversación, Mónica dijo tener 80 años, “porque es más divertido llegar a esa edad que andar con 79”, bromeó. Chediek no dejó pasar la oportunidad para envidiar su pelo, considerado como el mejor de la Argentina junto al de Chunchuna Villafañe y que provocó decenas de confusiones entre sus admiradoras, según reveló la propia conductora.
Haciendo una comparación entre los tiempos en que la televisión era completamente en vivo y la tecnología actual, Mónica reconoció que “no todo pasado fue mejor”, pero añoró la época en la que la actividad en los medios “era más natural”. Y al momento de autodefinirse, apeló a la canción “Soy lo que soy”, que versionara en español su hija Sandra Mihanovich. “Soy lo que soy, tanto para lo bueno como para lo malo”, asumió.
Acompañada por Cesar Mascetti, su pareja desde hace 35 años, su hija Sandra, su nieta Sol y dos bisnietos, agradeció a su nuera Vicky Canale por transmitirle una actitud positiva luego de que su nieta precisara un trasplante de riñón y su hija Sandra oficiara de donante. “Eso habla de los valores que supimos transmitir”, analizó, para reconocer luego que como madre se ausentó de momentos importantes de la vida de sus hijos, algo que Vane (su hijo varón) le sigue reprochando.
“Pero en la vida lo importante es ser y no parecer ni tener. Uno no puede andar envidiando lo que tiene el vecino de al lado cuando el 60 por ciento de la población mundial tiene hambre”, analizó Mónica, quien asumió que la televisión le permitió conocer el mundo real, aquel que jamás había visto de cerca tras crecer en el seno de una familia tradicional de Buenos Aires. “Mi primera nota fue en una villa miseria. Y durante semanas lloré porque no me imaginaba que podía haber en el país semejante grado de necesidad”, contó.
Al referirse a La Campiña, el emprendimiento rural que Mónica y César llevan delante en San Pedro, recordó que comenzaron desde hace tres décadas con 12 hectáreas produciendo naranjas, que se transformaron en 400 hectáreas con una producción plural. Y se lamentó no poder continuar exportando cítricos “porque hoy a nadie le dejan exportar”.
Antes de recibir el premio de mano de Gustavo Marangoni, presidente del Banco Provincia, la célebre conductora y periodista recordó un par de anécdotas divertidas, en los que su alma futbolera le jugó malas pasadas. Así, en vez de hablar de campeonato Metropolitano, lanzó al aire metropelotudo, y para celebrar un triunfo de Boca, no dudó en deprenderse la blusa para lucir ante cámara la casaca xeneize.
Entonces sí, llegó el momento de los mimos. Acompañada por César en el estrado, Gustavo Marangoni le entregó el premio destinado a las mujeres que marcan tendencia. “Me preguntan hasta cuándo seguiré trabajando. El médico me preguntó si el trabajo me hace feliz y si me pagan bien. Supongo que lo seguiré haciendo hasta el último día. No hay nada mejor que poder vivir de lo que a uno le gusta”, reseñó Mónica, quien se retiró unos cuantos minutos más tarde, tras disfrutar de los gestos y halagos que le profesaron en silencio todos esos amigos suyos, casi todos desconocidos.