Apicultor apasionado, Juan Ortega contestará las preguntas de los visitantes de la feria sobre la cría de abejas y la producción de mieles y polen.
“Hipócrates decía “Que tu alimento sea tu medicina” y él comía miel…”, recalca con una sonrisa contagiosa Juan Ortega, un apicultor apasionado del partido de 25 de Mayo. Asistió a todas las ferias internacionales de apicultura y sigue capacitándose en la cría de las abejas que tanto ama. No se cansa de transmitir su pasión por la producción de mieles y polen. ¡Hasta le sorprende que no estemos todos criando abejas!
A Caminos y Sabores, donde estará presente por segunda vez consecutiva, Ortega llevará tres tambores de 320 kilos cada uno, llenos de miel, con una tapa de vidrio para mostrar el producto puro. Los visitantes de la feria encontrarán en él un maestro dispuesto a compartir sus conocimientos.
Lamenta la gran cantidad de miel adulterada en el mercado. “Cuando la etiqueta indica “enriquecida con JMAF” (por Jarabe Maíz de Alta Fructuosa), en realidad se trata de miel empobrecida con azúcares que salen de las refinerías de maíz. Además, ningún apicultor puede competir con un producto alterado”, explica. Da otro consejo: darle vuelta al frasco de miel. Si la burbuja de aire sube de inmediato, sin duda, es miel adulterada, de menor densidad que la pura.” Juan Ortega también produce polen en su quinta del Delta del Paraná. “Las abejas lo juntan en la corbícula de la pata», cuenta. Para cosechar el polen, se coloca en la colmena una trampa entre el primero y el segundo cajón. En septiembre se recupera el polen del sauce verde, muy apreciado por los consumidores europeos y, hasta mediados de diciembre, el polen de otras especies. “El polen tiene todas las vitaminas, veintiún aminoácidos y proteínas. Conviene a los vegetarianos para su desarrollo corporal”, subraya el apicultor.
Su oferta de productos se completó recientemente con cosméticos elaborados con polen o propoleo, la resina de los árboles, con el cual fabrica una crema para las manos.
Estar en Caminos y Sabores le permite ampliar el campo de dietéticas, comerciantes y supermercados, además de capacitar a los consumidores. “Cuando el consumidor se acostumbra a la miel pura -observa-, suplanta el azúcar común. La miel tiene azúcares simples que van directamente por el torrente sanguíneo. Si la gente comiera más miel, viviría mejor”, dice terminando de convencer.