Del sartén al tanque de combustible

Nicolás Apro, especialista del INTI, habla de los efectos negativos de los aceites vegetales usados en el medioambiente y en la salud humana. Por qué el problema puede transformarse en un círculo virtuoso.

A cualquiera le ha pasado encontrarse, entre la maraña de correos electrónicos que llegan a su casilla por día, un mensaje con el texto “Un litro de aceite contamina un millón de litros de agua”, seguido de la advertencia de no tirar el aceite usado en la pileta de la cocina o el inodoro. El mensaje no yerra en lo esencial, pero peca de cuantificar sin mucho rigor y de no precisar demasiado las soluciones.
“El objetivo no es calcular cuánta agua contamina un litro de aceite, lo cual es desde ya muy complicado; el hecho es que contamina y perjudica mucho”, sostiene Nicolás Apro, Director del Centro de Cereales y Oleaginosas del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), y precisa: “Hablando concretamente, cualquier aceite tirado a un espejo de agua contamina, debido a que el aceite flota y se expande sobre grandes superficies de agua”. Dichas películas de aceite afectan a la flora y a la fauna, pues impiden el paso de la luz y la oxigenación de los ecosistemas.
Sin embargo, la contaminación en el medioambiente no es el único riesgo que conllevan las malas prácticas en torno a los aceites vegetales usados: “Nos preocupa mucho más la reutilización de estos aceites de fritura en la producción de alimentos”, enfatiza Apro.
La situación puede resultar familiar a más de uno: luego de degustar unas papas fritas o unas milanesas en una fonda o un restaurant, sobreviene aquella sensación que definimos como “pesadez”. “Esto en realidad no tendría por qué pasar. Si ocurre es porque esos alimentos fueron elaborados con aceite deteriorado”, señala Apro.
El problema implica varios factores: mientras que en otras partes del mundo existen normas que dictan valores exactos para el descarte del aceite utilizado en la elaboración de alimentos, controles periódicos y tecnologías que analizan simultáneamente distintas variables y suministran resultados en forma automática, en Argentina existen fallas en los tres ámbitos, dejando inermes a los consumidores.
“La fritura es un fenómeno tecnológico complejo y la utilización del aceite más allá de su grado de deterioro genera radicales libres, acrilamidas y otros elementos tóxicos para el organismo”, explica el especialista del INTI.
Sumado a esto, Apro sostiene que hay empresas que –aprovechando la falta de controles– “recolectan el aceite usado en camiones y lo vuelcan en aguas o suelos, o lo reutilizan en aceites mezcla o margarina”.
Existen soluciones posibles para todos estos problemas, y el INTI es una de las instituciones que está tomando las riendas del asunto mediante convenios con gobiernos locales, empresas del sector y campañas propagandísticas para el público masivo.

Alternativa energética

El aceite usado, como todo residuo, debe tener una deposición final adecuada, evitando el derrame en aguas y suelos. No obstante, el INTI propone una alternativa que transformaría el problema en un círculo virtuoso: el reciclado del aceite para obtener biodiesel y otros productos no alimentarios. Ese biocombustible, de acuerdo al procesamiento que haya recibido, puede ser de alta calidad y utilizarse en vehículos o en la generación de energía.
“Argentina, a través del INTI y la empresa RBA Ambiental está liderando este tema mediante la recolección y el reprocesamiento. De hecho, ya se empezó a recolectar el aceite usado, y funcionará como insumo para una central térmica en Bella Vista que actualmente está en construcción”, indica Apro.
Por otro lado, hay experiencias concretas que demuestran la viabilidad del sistema de reciclado a nivel de los hogares: el especialista del INTI señala el caso de la ciudad española de Barcelona, donde se han colocado dispositivos en puntos específicos de la urbe, que entregan un envase plástico en el cual descartar el aceite utilizado en el hogar; cuando el envase se llena, la persona se acerca nuevamente al dispositivo e intercambia el contenedor lleno por otro vacío.
“Este tipo de acciones –concluye Apro– conllevan una serie de medidas que estamos tratando de activar con los organismos de medioambiente de la Ciudad de Buenos Aires y de la Nación, para poder lograr una recolección de ese aceite, que si bien se da en pequeñas cantidades individuales, la suma total implica un gran volumen”. Si tenemos en cuenta que en nuestro país se consumen 3 millones de milanesas por día, nos daremos una idea de lo trascendente del asunto.

Trabajar para la concientización

“El tema del aceite usado en tanto residuo no se ha tocado todavía entre la gente, por eso nosotros estamos preparándonos para ponerlo en la agenda, con propuestas concretas para solucionarlo”, asegura Nicolás Apro del INTI. AySA es una de las empresas involucradas, y trabaja con el INTI en campañas que buscan evitar el derramamiento de aceite en cañerías y cloacas, ya que el hecho influye en fenómenos como las inundaciones en caso de lluvias.
“Estamos preparando una capacitación muy sencilla para las amas de casa, que proyectamos finalizar y colocar en el sitio web del INTI en aproximadamente dos meses, y que luego será difundido en otros medios. Además, tenemos un convenio con la Liga de Amas de Casa para capacitar en forma masiva en lo que es un buen proceso de fritura. A partir de eso, pensamos trabajar ulteriormente en la recolección de aceite en envases plásticos y en armar una recolección por barrios y otros puntos de la ciudad”, informa el especialista.

Destacado

El biocombustible hecho con aceite usado puede ser de alta calidad y utilizarse en vehículos o en la generación de energía.